Soltar
Probablemente no le importe a nadie pero hay algo en lo de publicarlo que lo hace más transcendental, como si pasara a la posteridad y, al mismo tiempo, me desprendiera de ello, como si lo soltara. Soltar, esa palabra que tanto he escuchado y que parece que me persigue este año. “Tienes que soltar, Mariam”.
Soltar, liberarme de todos los miedo que me invaden cuando me pongo a soñar y me veo ante lo que más deseo.
Hay una parte de mí que sabe que sí, que lo lograré, una parte que confía. Confiar, otra de mis palabras de este año. He pensado en tatuármela varias veces. Confía Mariam, me digo. ¿A qué tienes miedo? Al fin y al cabo las cartas de oráculo te han dicho que todo lo que te espera es bueno, ¿no te las vas a creer?
Solo tienes que confiar y soltar.
Cosas bonitas de la semana
Pasar el día 16 en esa cala de Altea. Sin prisas, sin expectativas. Con ellas.
Comer en el chiringuito “cuando haya mesa”. Pedir sardinas y tellinas. Terminar con un affogato.
Mis regalos de cumpleaños. El cariño con el que los han pensado. La sincronía total de dos de ellos para coincidir en marca y hacer conjunto sin saberlo.
El desayuno con Aza y la conversación en el banquito de la entrada de Antevasin’s. El viento que corría sólo en su calle en pleno mes de agosto.
Las cartas de Aza.
La visita al taller de Rocío.
Hacerme una pulsera de bolitas como cuando era pequeña. Regalarle una a Vega. Bañarme en la piscina y jugar con ella.
El desayuno con Clara y la improvisación de su amiga.
La clase de yoga en la playa con Alicia. Acariciar a Coco.
Releer mis capítulos favoritos de Ensayo General de Milena y volver a conectar con lo que dice.


